De todos es conocido hasta qué punto puede cambiar el sentido de una frase el mero hecho de cambiar la posición de una inocente coma, y darle la vuelta por completo al significado de una oración. De igual modo, hay algunas palabras que según se escriban juntas o separadas significan cosas diametralmente distintas, y en esta entrada enseguida veréis un ejemplo de ello.
Una de las riquezas de un idioma −y obstáculos a la hora de traducir− es la gran cantidad de matices o la precisión con que una palabra puede designar una acción u objeto y no siempre tiene un equivalente exacto en cualquier otra lengua. Ello a veces obliga a perder algún matiz cuando trasladamos la frase a otro idioma. Ciñéndonos al campo de la traducción audiovisual, ya sea subtitulado (con el fin de que dé tiempo a leerlo) o doblaje (para no ahogar al actor de doblaje al hacer su labor o que se ajuste al movimiento labial) hay que sintetizar y, muy a nuestro pesar, obviar ciertos matices. Sin embargo, en el título de mi entrada no he escatimado en matices a la hora de traducir el término de hoy.
Antes del ejemplo de turno, os voy a contar una anécdota real, de la que fui protagonista y donde por poco me veo obligada a identificarme como víctima de la palabra que da título a esta entrada. Hacía pocos meses que me había comprado mi flamante y perlado 206, mi primer coche nuevo. Acudí a un hospital de la comunidad de Madrid un sábado por la mañana, y por razones que no vienen a cuento, decidí esperar leyendo tranquilamente en el aparcamiento exterior. Hacía buen tiempo y bajé la ventanilla para que corriera el aire casi inexistente. Jamás olvidaré que estaba leyendo el guión de una película de terror (En lo profundo del bosque). En esto que vi cómo se me acercaba un joven con aspecto desorientado. Supuse que simplemente estaba perdido y me mentalizaba para darle las indicaciones pertinentes cuando mi señal de alarma saltó y, demasiado tarde ya, intuí en él oscuras intenciones. Cuando quise darme cuenta había introducido el brazo a través de la ventanilla y me espetaba que saliera del coche bajo amenaza de rajarme allí mismo. Yo tenía las llaves puestas en el contacto, y aunque el miedo me paralizó y me nubló la vista, en un rápido reflejo, conseguí hacerme con las llaves. Él ya había abierto la puerta y de un fuerte tirón, me sacó del coche lanzándome contra el suelo... Me quedé sin fuerzas y ni siquiera era capaz de gritar del miedo que sentía. No llegué a ver la navaja con la que supuestamente me amenazaba con lo que nunca supe si realmente existió o no... «Dame las llaves o te rajo, solo quiero el coche, contigo o sin ti», repetía fuera de sí, pero yo no las soltaba pese a que, de arrastrarme por el suelo, la abrasión del asfalto me había producido varias heridas y estaba sangrando. Cuando ya lo daba todo por perdido, apareció un héroe de a pie, que evitó que tuviera lugar el robo de mi coche con violencia y posible secuestro, carjacking o carjack, pues así es como se denomina a cuando se sustrae un vehículo de forma violenta, con amenaza y, habitualmente, con secuestro momentáneo del conductor incluido. Mi héroe comenzó a golpearle con una barra antirrobo (que bien podría haber sido un gato o (car) jack, pero como era un hecho verídico, no podía faltar a la verdad en el relato) y evitó el fatal desenlace.
Al hilo de lo que empecé comentado y de la mención de la palabra en el relato, si separamos «carjack» (verbo y sustantivo) en dos palabras «car jack», estaríamos refiriéndonos al gato, o sea, la plataforma elevadora que se usa para izar el vehículo cuando se va a cambiar una rueda -aunque suele llamarse simplemente «jack», sin el «car» delante-.
EJEMPLITO AL CANTO (Rizzoli & Isles):
Contexto: En el seno de una investigación, nuestras investigadoras dialogan sobre la posiblidad de que se haya producido un robo violento.
Do you think we're looking at a carjacking?¿Crees que estamos ante un robo de vehículo con secuestro?
Confío en que nunca seáis víctimas del robo de un vehículo de ninguna de las maneras.
M.
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