Desde hace poco sale en televisión un spot publicitario donde, de repente, un crío se vuelve loco al abrir un juguetito que le han regalado. En realidad, se trata de un objeto sencillo que podemos encontrar en la naturaleza: ¡un palo! Nada más verlo me vinieron a la cabeza recuerdos de mi infancia: cuando mis padres regresaban de hacer la compra en el súper de turno y extendían provisionalmente latas, rollos de papel higiénico, cartones de cereales y demás adquisiciones por el salón. En el acto, mi hermano –embrión de ingeniero–, dejaba lo que fuera para ponerse a construir fortalezas y todo tipo de elementos arquitectónicos con ladrillos de latas de sardinas, pilares de celulosa y cimientos de maíz... Podía tirarse horas, muchas más que con el más sofisticado de los juguetes ochenteros de que disponía.
A veces, los materiales o los juegos más sencillos son los que más entretienen a niños y... no tan niños. ¿Y es que quién no se ha tirado las horas muertas de peque jugando a las damas, al ahorcado... y al tic-tac-toe, digo a las tres en raya? También se le llama noughts and crosses porque se usan aspas (X) y círculos (O) para jugar...
- Wanna play Tic-tac-toe? (...) Tic-tac-toe! I win!
- ¿Jugamos a las tres en raya? (...) ¡Tres en raya! ¡Yo gano!
Lo sé, lo sé, os han entrado unas ganas irrefrenables de jugar a las tres en raya y como no quisiera crearos ninguna frustración, aquí os lo dejo para que echéis una partidita entre dos o contra el ordenador. Y ya sabéis, cuando ganéis, tenéis que gritar bien alto: «Tic-tac-toe!». Si no veis más abajo donde jugar, podéis pinchar aquí.
Lady Martha